Sin ejercicio, las fibras musculares se desarrollan pobremente y en cambio los tejidos grasos se hipertrofian, aumentando el número de células grasas con lo que queda tendido el terreno para una mayor probabilidad de obesidad en el adulto.
Sin ejercicio los niños no logran desarrollar la elasticidad de sus ligamentos y articulaciones, ni el volumen de sus huesos, convirtiéndolos en tejidos poco activos, quedan así creadas las condiciones para una mayor tendencia a enfermedades articulares del adulto.
Con el ejercicio se estimula el desarrollo de los mecanismos de depuración y protección del cuerpo como la piel y la respiración, los niños sedentarios serán adultos cuyo cuerpo tendrá menos capacidad para enfrentar los retos ambientales que facilitan muchas enfermedades.
El ejercicio desde temprana edad contribuye a formar un corazón y un sistema vascular sanos y fuertes, lo que prepara mejor a los niños deportistas para enfrentar el estrés y los retos que la vida moderna impone a los adultos, con menos riesgo de contraer alguna de las temibles enfermedades cardiovasculares.
Y el deporte propicia en los niños la adopción voluntaria y divertida de hábitos de disciplina, el gusto por compartir y la capacidad de proponerse grandes retos, lo que contribuye a formar buenos ciudadanos y personas triunfadoras.
Por estas, y muchas consideraciones más, el deporte de los hijos debería ser una prioridad para los padres. Y es claro que el deporte que ofrecen las entidades educativas, muchas veces muy bueno, es totalmente insuficiente para las demandas del proceso de formación de los niños.
Por ello el club de natación “Tiburones” le invita, a hacer todo lo posible por ofrecer a sus hijos las motivaciones y los recursos que propicien que ellos hagan de la practica de algún deporte, una actividad cotidiana y prioritaria.
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